SANTO CRISTO DE LA SALUD

 

 

Peñuelas –como muchos otros pueblos- cuenta con interesantes leyendas que han ido pasando de generación en generación.

 

Creemos que la más hermosa es la que se refiere al Santo Cristo de la Salud. La efigie de este Santo está tallada en madera del tronco enterizo de un árbol de chino, modesta e inspiradora obra de arte, cuyo autor es oriundo de San Germán, donde labró la figura del Santo. Esa obra tiene más de 100 años y aún puede verse en la Iglesia del pueblo.

 

Peñuelas fue sacudida en 1867 por el más largo y violento temblor de tierra en su historia. Dícese que ese terrible sismo fue la culminación de una onda de temblores que acaeció en la Isla, cuyo número, llegó a cuarenta. La marejada que ese espantoso fenómeno produjo en la playa de Tallaboa fue enorme y las aguas del mar llegaron hasta el punto de amenazar con pasar por encima de todo el poblado. Prosigue el relato, señalando, que al rodear las aguas la casa de Don Francisco Subirá, situada en la Hacienda Julia del referido barrio de Tallaboa, este señor, arrodillado frente a un cuadro del Cristo y rodeado por muchos de sus vecinos, elevó una plegaria y al implorar clemencia al Señor prometió, si salían vivos, celebrar una procesión de penitencia a la que habían de acompañarle los amenazados habitantes de la región.

 

Terminada la plegaria, el señor Subirá y sus acompañantes sintiéndose muy sorprendidos cuando se percataron de que las embravecidas olas del mar ya no tocaban la casa, sino que, en cambio, retrocedían mansamente hacia su cuna natural. La promesa se cumplió cabalmente. Una inmensa muchedumbre salió desde la Iglesia del pueblo y con el Cristo a hombros–unos a pie y otros de rodillas-se dirigieron todos hasta el lugar en que se había manifestado el milagro.

 

Parte de este hermoso acto cristiano, de la bella tradición peñolana, nació en aquella época, que consiste en dedicar las Fiesta Patronales del pueblo al Santo Cristo de la Salud en lugar de a San José – que era el Santo Patrón del pueblo - al que se conoce, desde entonces, como el “Titular de la Parroquia”.